Sunday, September 9, 2007

Barhopping En Polanski

Pues la noche empezó en una cena de mis padres y sus amigos acompañada de mi siempre fiel Dalba. Como la cena era en Polanco y mi querida gorriona ya traía el piojo de ir a un cantabar desde hace meses, pues pensamos que sería buena ocasión para acabar la cena y dirigirnos al Masaryk 54.

Total que comimos como pelones de hospicio, dijimos gracias y agarramos un taxi al cantabar. Nos bota y cuál no sería mi sorpresa de llegar y quen nos preguntaran por nuestra reservación. Ah chinga, de cuándo aca los cantabares se atascan. Pero efectivamente, no entramos.

Pues y ahora? Y cruzamos la calle y divisamos un Irish Pub. Aparentemente ahora todas nuestras fallidas noches acaban en algo verde y con tréboles, pero de tres hojas porque pinche suerte de porquegua no da pa más. Total que preguntamos, y nos mandan del lado de los feos, afuera del bar y en la mera mesa de la esquina pegada al camellón.

Pedimos un litro de chela y entre memorias de abuelas siendo arrastrada por avestruces y mentadas de madre, tuvimos una revelación... por qué no pasar la noche barhoppeando. Acordamos que fuera un número par porque a mí no me gustan los números nones, así que del Irish nos iríamos al siguiente y de ahí al siguiente y así hasta que se nos acabara el tiempo. El dinero no porque si no no había pal taxi de retache. Terminamos la chela y nos encaminamos entaconadas al que seguía.

Al primero en el que pegamos fue al Big Red... en el cual nos mandaron a comprar unas zapatillas de ballet y nos pusieron de puntitas en la calle que porque ya iban a cerrar el servicio. Chale. Al que sigue.

el que siguió fue el Skyy Bar, en el que sí nos dejaron entrar pero a la barra, la cual resultó ser la mesa de sabrá dios quién, nos sentaron entre puro desconocido que en cuanto llegamos se pararon y se largaron. Y juro que sí nos bañamos. Pero bueno, más cancha pal bailongo.

Qué tal que éramos las únicas en todo el bendito bar que se sabía la sopa de caracol y nos veían como bichos raros (pa variar verdad?). Digo, de por sí las botas de leopardo no ayudan. Pero bueno, a quién le importa cuando uno se sabe la coreografía, así parece que sí sabe lo que hace.

Total que no pudimos llegar al tercero ni al cuarto de los bares y/o antros que planeábamos visitar por falta de tiempo, pero ahora hemos descubierto una nueva modalidad de la vida nocturna. Por qué quedarse en uno cuando puede ver toooodo Masaryk de un putazo en una sola noche. Alguien se apunta? Si traen coche mejor, porque los pinches taxistas ahora resulta que te regañan por decirles a donde vas.

1 comment:

Real-X said...

pues que malas mañas se llevó tu gorrión para allá, que por acá a eso se le llama marcha

patitas... ¿para qué las quieren? porque nada más en andar metiendo y sacando (sin albúr y con albúr también) el carro del valet, se va la noche en el primer antrillo

saludos